La máxima rivalidad tocó techo el domingo en elSuperclásico del fútbol chileno, lo traspasó. Jason Silva, volante del Colo Colo, 23 años, pasó la noche en prisión tras ser detenido por pisotear, escupir y pasarse por los genitales la bandera de la Universidad de Chile. Acusado de un delito flagrante de incitación a la violencia, el futbolista, con el agravante de ser protagonista del espectáculo, se arriesga a una pena de cárcel de 541 días a tres años. Tras prestar declaración ante el juez en la tarde de ayer, el futbolista fue puesto en libertad provisional. Mientras dure la investigación (70 días), tendrá que firmar en comisaría una vez al mes, pero podrá seguir jugando. Aunque paralelamente le espera un castigo del Tribunal de Disciplina por conducta antideportiva, según la denuncia formalizada por la Asociación Nacional del Fútbol Profesional.
Colo Colo se quedó a las puertas del título de Clausura con su victoria por 0-1 en su visita al máximo rival (aventaja en siete puntos al segundo, la Católica, a falta de tres jornadas). A la conclusión del duelo, los jugadores fueron a celebrar la gesta al sector del Nacional donde estaba ubicada su hinchada. Fue entonces cuando tras agarrar un lienzo lanzado desde la grada con los colores azul y rojo de La U, Jason Silva perdió la cabeza. Coreado por los ultras, el sonriente albo la emprendió a patadas, pisotones y escupitajos con el emblema rival. De forma ostentosa se pasó la tela por sus partes como remate. Los carabineros, tras recibir la pertinente denuncia de los hechos por la intendencia local, esperaron al jugador a la puerta de los vestuarios y procedieron a su detención.
Mientras los representantes de uno y otro equipo se cruzaban insultos en los medios como reacción al insólito incidente, el futbolista trató de dormir en un calabozo individual. Sin cama, en un butacón, con ropa y comida que le había llevado su madre, y separado de otros detenidos. Más que nada por motivos de seguridad, no fuera a haber entre ellos algún hincha ofendido de La U. Jason Silva, que juega en Colo Colo cedido por Palestino, anunció nada más quedar en libertad que comparecerá ante los medios para mostrar su arrepentimiento.
Chile asume que tiene un problema con la violencia en el fútbol. Y trata de combatirlo, pero con medidas que suenan cuando menos chocantes: delegando la seguridad de los estadios a cada club y restringiendo la presencia policial. Los carabineros no pueden entrar ni intervenir salvo que explícitamente se les pida ayuda por razones de causa mayor. Una situación que concede una especie de barra libre a los ultras: se les tiene que pedir por favor que se bajen de las vallas para poder empezar el partido o pueden golpear impunemente a la vista de todos a un espectador por cantar el gol rival sin que nadie intervenga. Todo eso ocurrió en el Superclásico.
Un mono con la camiseta de La U
Los futbolistas, los supuestos profesionales, colaboran nociva y activamente a ensuciar la imagen del fútbol chileno. También se vio en el Superclásico cómo un futbolista expulsado por una dura entrada (Ramón Fernández, de La U), propinó un fuerte empujón al árbitro antes de abandonar el campo. Y al máximo goleador del líder, Paredes, ausente por sanción, festejar el triunfo de Colo Colo con un desafortunado tuit que incluía la foto de un mono agonizante con la camiseta de La U. Luego pidió disculpas y responsabilizó del intolerable desliz al tipo que le maneja su cuenta desde México.(Fuente)
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