sábado, 22 de septiembre de 2012

"Sergio Ramos, Mourinho y el 'mimadito'

Columna en el diario AS

Sergio Ramos, Mourinho y el 'mimadito'Líderes del vestuario. Sergio Ramos fue una de las grandes apuestas de Florentino Pérez. El presente y futuro del Real Madrid tenía que pasar por Ramos e Iker Casillas, dos jugadores implicados, con carácter y personalidad suficientes para convertirse en los líderes del vestuario. Y así fue hasta la llegada de Mourinho. A partir de ese momento se acabaron los personalismos y los pesos pesados. El portugués marca el discurso, la línea a seguir y no permite que nadie se aparte del pensamiento único. Así le ha funcionado siempre y es lo que hay. O lo tomas o lo dejas.
Ramos o Mourinho. La suplencia del otro día ante el City dejó muy tocado a Sergio Ramos. Alfredo Duro desvelaba en Punto Pelota que el sevillano estaba hundido, que quería marcharse del Madrid el 30 de junio si las cosas seguían igual con el técnico. Se sintió maltratado. Ramos es de los pocos que dan la cara en el vestuario y empieza a tener la sensación de que la sinceridad con Mou le está pasando factura. Pero no es así. El cuerpo técnico siente que Ramos, igual que Casillas, está algo despistado, descentrado, y ha considerado necesario darle un toque de atención. Mourinho confía plenamente en él y así se lo ha hecho saber en más de una ocasión.
El ‘mimadito’ Cristiano. Sergio es feliz en el Madrid, pero no entiende que a Cristiano se le permitan más cosas que a los demás. Es lo que piensa más de uno en el vestuario. El mimadito, así es como Sergio llama al portugués en su círculo de amistades. “¿Qué le pasa al mimadito?”. Eso es lo que preguntaba Ramos, medio en serio medio en broma, al enterarse de que Cristiano estaba triste.
El ojito derecho. Sergio Ramos volverá a la titularidad en Vallecas. Debe saber que es importante en el grupo, pero no insustituible. Ser el ojito derecho de Florentino no le otorga privilegios ante Mourinho. El portugués es quien manda, le pese a quien le pese. Sergio debe tranquilizarse y su entorno dejar de calentarle la cabeza más de la cuenta. No queda otra… y punto pelota. (Fuente)

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