
Los jugadores se sientan en el vestuario antes de que llegue el entrenador. Aguardan pacientemente, ya que saben con exactitud lo que se espera de ellos: “Rendir al máximo de su capacidad”.


El capitán siempre destaca, ya que es el encargado de intercambiar el banderín antes de que empiecen los partidos. Su brazalete es una insignia de honor, como los galones de un general.

A medida que se acerca la hora del saque inicial, los jugadores forman en el túnel. Es un momento de absoluta concentración, la calma que precede a la tormenta. Las estrellas del espectáculo se atan las botas y pisan con fuerza el suelo, preparándose para lo que les espera. El técnico transmite sus últimas instrucciones, alecciona a sus hombres y los once jugadores caminan juntos, desfilando con aire marcial.
Cuando los jugadores entran en el campo, puede verse la emoción en sus rostros, mientras esperan el sonido del pitido del árbitro.(Fuente)
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