Si no fuera por Leo Messi, uno saca la conclusión de que el Barça y el Ajax podrían estar jugando un par de lustros sin marcar un gol en uno de los dos equipos. Ambos conjuntos representan la sublimación del pase, del juego de posición y de eso tan moderno que atiende por ‘defenderse mediante la posesión del balón’. Todo ello servido de forma exquisita, pero sin la salsa que le aporta el crack argentino, que volvió a marcar un hat trick en la Champions convirtiéndose así en el primer futbolista que firma cuatro tripletes en la Champions, la situación sería preocupante. Y si a ello le sumamos que Valdés sigue en un estado de forma estupendo, queda claro que por muy perdido que vaya el Barça en la asunción de los criterios de Martino, mientras Leo sea un mazo y Víctor sea un muro, la moneda siempre caerá del lado de los barcelonistas.
El Barça está viviendo una extraña mutación que le acerca al Madrid más puramente galáctico. De ser un equipo que se manifestaba mediante el pase y la elaboración, ha pasado a ser un conjunto que se define en el origen y en la culminación. Lo afianza un porterazo como Valdés y lo remata un delantero descomunal como es Messi. El resto, importa poco, curiosamente, cuando era lo que más importaba no hace mucho.
Ayer, ante el Ajax era una ocasión pintiparada para que el Barcelona pudiera sacar a relucir su libro de estilo. El rival dejaba jugar, pegaba poco, mal y tarde y era más inocente que Heidi ante la puerta rival. Algo así como un caramelo ante la puerta de un colegio…que nadie se quiso comer hasta que llegó Leo Messi y se los comió a cucharadas. Y lo más grande de todo es que marcó tres goles dando la impresión de estar al 40 por ciento. La diferencia entre el hat.—trick de Ronaldo del martes y el de Messi de ayer es que para marcar tres goles, el portugués necesita dar exhibiciones portentosas, mientras que el argentino los marca casi andando con una economía de movimientos propia de jugadores de otras épocas.
Sustentado en la solidez de Valdés y la eficacia de Messi, el Barça sacó adelante el partido en la primera parte gracias a un golazo del argentino de tiro libre directo cumplidos los primeros 20 minutos de juego. Fue la solución a un partido que se estaba haciendo espeso en la elaboración. Era un puré de verduras mal trituradas en el que ni Neymar ni Cesc podían cambiarle la marcha.
De hecho, fue el Ajax el equipo que tuvo la ocasión de cambiar el ritmo del partido, pero se encontraron los de De Boer con un portero en estado de gracia y Valdés frustró cualquier intento de empatar el partido.
A los diez minutos de empezar la segunda parte, Messi, andando, supo encontrar el camino de baldosas amarillas para marcar el segundo tanto que ya dejaba el partido visto para sentencia si no mediaba un vahído en el bando culé, cosa que por otra parte viene siendo más que habitual. Pero esta vez, Valdés puso el candado y cerró la puerta parando incluso un penalti.
Piqué, en un remate de cabeza a centro de Neymar y Messi, de nuevo parando el tiempo, redondearon un marcador contundente, pero que no esconde, que este equipo está en una metamorfosis que nadie sabe muy bien en que derivará. De momento, con Valdés atrás y Messi delante, la cosa funciona. Claro que delante estaba el Ajax.(Fuente)
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