El fútbol es como una partida de ajedrez. La mente es más importante que cualquier cosa. No descomponerse es fundamental. Sobre todo en la Champions. La Real lo sufrió en su estreno en la fase de grupos. Fue mejor que el Shakhtar, tuvo ocasiones más claras que el Shakhtar, pero tembló cuando no debía y acabó por renunciar a tres puntos que por momentos parecieron suyos. Ganar en Europa es importante; no perder lo es más.
Nada hacía pensar en tan doloroso final viendo el primer tiempo. La Real hizo tanto que mereció marcar en varias ocasiones. En realidad el partido favorecía a quien menos quería proponer, escenario en el que los txuri-urdines se sienten cómodos. Én las dos primeras galopadas a la contra pudo marcar el conjunto de Arrasate, pero Griezmann y Vela no acertaron. Fundamental en ese juego de repliegue y despliegue fue el trabajo de Markel y Rubén Pardo, el uno barriendo todo y el otro sumándose además al ataque.
Por si fuera poco, la movilidad hacía aún más peligrosas las recuperaciones. Xabi Prieto, que iba y venía, que aparecía y desaparecía, fue zancadilleado en la línea del área. Pareció penalti, pero el árbitro sacó fuera la infracción y el tiro de falta de Rubén Pardo se convirtió en otro susto para Pyatov, que para entonces ya empezaba a ser el más destacado de los ucranianos.
El encuentro había que madurarlo bien, sin deshacerse, sin dudar. Esas cosas que hacen los equipos acostumbrados a partidos de esta exigencia mental. No es el caso de la Real. Antes del golpe definitivo, eso sí, tuvo otra ocasión con la que cambiar la tendencia negativa que ya iba tomando el partido, pero el pase largo de Íñigo Martínez lo estrelló Seferovic contra el cuerpo de Pyatov. Se acabó.
Porque entonces Anoeta dudó. Arrasate dudó. La Real entera dudó. Más cuando Alex Teixeira aprovechó el primer tiro a puerta de los ucranianos para adelantarles. El mazazo sólo tuvo respuesta desde el corazón. De la Bella centró un balón que impactó en el palo y también Vela, inédito esta vez, se topó con el larguero en una falta bien botada por Chory. Ya no había fútbol, no había nada. A la Real le daba vueltas en la cabeza la oportunidad perdida, el fútbol expuesto, las ocasiones marradas. Un castigo que se encargó de endurecer de nuevo Teixeira con el segundo gol, casi en el descuento. Europa es así. En Europa no se puede dudar. Quien lo hace lo paga.(Fuente)
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