Un "encuentro amistoso", un aforo de apenas 2.000 espectadores, aplausos amables para ambos equipos y una cena pospartido en un ambiente relajado y jovial. Así fueron los orígenes humildes y engañosamente cordiales de una de las rivalidades más apasionadas del fútbol hace 125 años. Dado que una exposición internacional enormemente popular había atraído a la mayor parte de la población de Glasgow a la zona oeste de la ciudad, pocos prestaron atención a un partido de fútbol que tuvo lugar en la otra punta del casco urbano.
Quienes sí asistieron lo hicieron sobre todo con la idea de ver al Celtic jugar su primer partido de la historia, y no quedaron defraudados. El equipo neófito había invitado al Rangers —una casa con 16 años de solera y con creciente fama de club más popular de Glasgow— a ejercer de rival en su estreno, y por lo tanto no era el favorito de las apuestas.
Sin embargo, con un combinado improvisado, compuesto por invitados de varios clubes escoceses, el Celtic enseguida demostró que estaba a la altura de su ilustre contrincante. Transcurridos apenas unos minutos de juego, Neil McCallum marcó de cabeza el primer gol de la historia de los Celtas, que sería además el primero de los siete que se anotarían en aquel encuentro en que los novatos se impusieron por 5-2, con una tripleta de Tom Maley.
El Rangers, que había alineado mayormente a una formación de reservas, se tomó la derrota con espíritu deportivo y, acto seguido, se reunió con su rival en el salón de actos de la parroquia de Santa María para disfrutar juntos de una cena y un concierto postpartido. Un periódico local reportó: "La velada transcurrió de la manera más alegre". Otra publicación de la época, el Scottish Umpire, declaró: "Al parecer, el recién fundado club de Glasgow, el Celtic F.C., tiene un brillante futuro por delante. En cualquier caso, si el comité puede sacar al campo al mismo once que se enfrentó al Rangers el lunes pasado por la tarde, o a otro de similar fuerza, al Celtic no le faltarán ni patrocinio ni apoyos".
Esa afirmación se quedaría corta. A medida que el Celtic cobraba nuevos bríos, su rivalidad con su adversario iniciático aumentó en intensidad. Para el año 1904, el par ya era conocido con un nombre colectivo: the Old Firm. Desde entonces, esa etiqueta se ha convertido en sinónimo de antagonismo y antipatía en el mundo del fútbol y, pase lo que pase la próxima vez que ambos conjuntos se batan sobre el césped, podemos estar seguros de que no será "un encuentro amistoso".(Fuente)
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