martes, 28 de mayo de 2013

San Mamés, la eterna Catedral del fútbol español

SiguienteSiguienteBILBAO, SPAIN - APRIL 05: A general view of the Sans Mames stadium on April 5, 2012 in Bilbao, Spain. (Photo by Matthew Lewis/Getty Images)

“Un Bilbao sin San Mamés sería como París sin la Torre Eiffel”, decía meses atrás Luis Fernández, ex jugador y técnico francés que entrenó al Athletic Club entre 1996 y 2000. Sin embargo, el mítico estadio cerrará sus puertas para siempre en el año de su centenario. Este 26 de mayo vivirá su último partido de Liga, y sus gradas acogerán un último encuentro de homenaje entre el equipo bilbaíno y un combinado de jugadores de la región a comienzos de junio. Después, San Mamés, La Catedral del fútbol, el estadio que vio jugar a Pichichi, Zarra, 'El Chopo' Iríbar, Dani,… el campo en el que Iker Casillas debutó en primera y del que Diego Armando Maradona, dijo ser “el más lindo” en su regreso a España con el Sevilla, echará el telón definitivamente.
El Athletic estrenará nuevo hogar la próxima temporada. Un nuevo San Mamés moderno y funcional edificado sobre parte de los terrenos del antiguo que buscará prolongar la mística y el encanto de su predecesor; un campo, en palabras de Pep Guardiola, “tan intenso, en el que la gente anima tanto y con tanto calor, que todo parece que ocurra dos veces”.
Porque San Mamés ha significado siempre gradas llenas de un público que hace del estadio un auténtico fortín, algo que lo conecta con otros grandes templos del fútbol europeo. “¿Anfield? Lo que impresiona es estar en el túnel de vestuarios de San Mamés y oír el himno. Es incomparable”, rememora Míchel, que ha visitado el campo en numerosas ocasiones, primero como jugador, con el Real Madrid, y después como técnico.
Orígenes santos
Fundado como club en 1898, el Athletic, en sus inicios, comenzó jugando en el campo de Lamiako, en las afueras de Bilbao. Era un hipódromo que los trabajadores ingleses de los astilleros de la zona del río Nervión habían adoptado como campo de fútbol. Sin embargo, la creciente afluencia de público a los partidos ante la popularidad cada vez mayor del fútbol terminó llevando a los responsables del equipo a buscar un sitio más acondicionado y más cercano a la ciudad. Así fue como el club vizcaíno empezó a jugar en el campo de Jolaseta, donde los aficionados gozaban, por vez primera, de una tribuna cubierta desde donde poder seguir los partidos.

Y en Jolaseta siguió disputando sus encuentros el Athletic Club hasta que su junta general decidió, en diciembre de 1912, la construcción de un nuevo estadio en unos terrenos arrendados en el extrarradio de Bilbao y próximos al asilo de San Mamés. De ahí terminaría tomando su nombre el campo, y de esa proximidad surgiría también el apodo de leones para los jugadores del equipo, ya que se cuenta que San Mamés, mártir cristiano en la antigua Roma, amansó a los leones que debían darle muerte en el circo.
Las obras de construcción se iniciaron a comienzos de 1913, dirigidas por el afamado arquitecto de la época Manuel María Smith, que proyectó un estadio cuadrado, de estilo inglés, capaz de acoger en sus gradas a 3.500 personas. El primer partido se disputó el 21 de agosto de ese mismo año. Se enfrentaban el Racing Club de Irún, campeón de España y el Athletic Club, y sólo cinco minutos después del pitido inicial San Mamés vio su primer gol: Pichichi comenzó ese día a escribir su leyenda de goleador. El delantero, que fallecería trágicamente a los 29 años de tifus, caló tan hondo en la afición rojiblanca que 100 años después se le sigue rindiendo homenaje. Su busto preside el antepalco de la tribuna principal del estadio, y cada vez que un equipo visita por primera vez San Mamés, su capitán deposita un ramo de flores junto a él.
Cuestión de señorío
Fue en estas primeras décadas de su existencia cuando el estadio recibió el sobrenombre de La Catedral. Los aficionados que acudían al campo decían que iban a San Mamés, pero a “la catedral”, para diferenciarlo de la iglesia del asilo. No obstante, pocos apodos han tenido tanta aceptación, porque hoy nadie duda de que este estadio centenario es La Catedral del fútbol español. Y eso se debe sobre todo al señorío de su afición, capaz de apreciar el buen fútbol y premiar con aplausos a los equipos y jugadores rivales que han tenido actuaciones memorables. El barcelonista Xavi Hernández se ha despedido más de una vez entre aplausos: "Estoy muy agradecido a la afición de San Mamés, siempre me han tratado muy bien allí y se llega a poner la piel de gallina cuando te ovacionan”.
A lo largo de sus cien años de historia, el recinto ha sufrido numerosas modificaciones estructurales que han ido aumentando su capacidad hasta los 40.000 espectadores que alberga actualmente. La más significativa, y la que le confirió su aspecto actual, data de 1953, cuando un grupo de arquitectos reformó la tribuna principal del estadio, en un proyecto pionero, dotándola de la cubierta de hormigón armado más grande de Europa y coronándola con un arco que, desde ese momento, se convirtió en la seña de identidad de San Mamés. Posteriormente se fueron reformando las otras gradas. Tan simbólico es el arco de la tribuna que la junta directiva del club bilbaíno ya ha anunciado que, antes de demoler el estadio, el arco será retirado y reubicado en algún lugar de la provincia vasca como recuerdo del viejo San Mamés.
Los mejores equipos del mundo han pisado el césped de este campo mítico, el único que ha vivido todas y cada una de las ediciones de la Liga española desde sus inicios, en 1929. Este domingo, ante el Levante, los aficionados del Athletic Club abarrotarán por última vez sus gradas en un partido de liga. El capitán del equipo rojiblanco, Carlos Gurpegui, sabe que no será un día cualquiera. “Cuando el árbitro pite el final, no sé cómo vamos a reaccionar. Será muy emotivo”, reconoce.
Después vendrán los tiempos del nuevo San Mamés, cuya primera piedra ha sido una urna con una baldosa de la fachada y un trozo de césped de La Catedral, ese estadio que Marcelo Bielsa definió como “una caja que contiene todo ese sentimiento con una resonancia y una repercusión infinitas”.(Fuente)

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