lunes, 20 de mayo de 2013

La maldición del Benfica



Andre Almeida of Benfica shows his emotionsUn gol de Ivanovic en el tercer minuto del tiempo añadido acabó con el sueño del Benfica de regresar a los tronos europeos y dio la victoria por 2-1 al Chelsea en la final de la Liga Europa de la UEFA. Cuatro días después de su descalabro ante el FC Porto, también con un tanto en el añadido de la segunda parte, las Águilas volvieron a caer abatidas en los instantes finales de un duelo decisivo.
Parece una maldición, y a lo mejor lo es. En 1962, el entrenador Béla Guttmann, después de conquistar el bicampeonato europeo al servicio del Benfica y de no haber logrado renovar su contrato, supuestamente por desacuerdo financiero, pronunció una sentencia que, más de medio siglo después, aún horripila a los seguidores de los Encarnados y que adquirió nueva resonancia este 15 de mayo.
"Ni de aquí a cien años un equipo portugués será bicampeón europeo y el Benfica jamás ganará una Copa de Europa sin mí", proclamó el técnico húngaro hace 51 años. No es que sea enteramente cierta, porque el FC Porto ya ha levantado dos Copas de Europa (en 1987 y 2004) y dos Copas de la UEFA (2003 y 2011), pero sí se está cumpliendo que "su" Benfica nunca más se ha adjudicado un título continental.
Y oportunidades no le han faltado. Después de sus triunfos en 1961 y 1962, el equipo lisboeta se plantó nada menos que en cinco finales de la Copa de Europa (1963, 1965, 1968, 1988 y 1990) y en dos de la Copa de la UEFA/Liga Europa (1983 y 2013) y las perdió todas.
Tan cerca, tan lejos
La derrota de este 15 de mayo ante el Chelsea en la final de la Liga Europa en Ámsterdam ha sido una de las más amargas. Es verdad que tenía enfrente al vigente campeón europeo, pero el Benfica hizo un gran partido en el Arena y mordió el polvo cuando ya casi todo el mundo esperaba la prórroga.
Nemanja Matic of Benfica consoles a dejected Oscar Cardozo of BenficaHabiendo dominado en la primera parte y habiendo tenido las mejores ocasiones para desequilibrar el marcador, el cuadro portugués tuvo que ver cómo Fernando Torres daba la ventaja a los Blues en el minuto 59 en una jugada de contraataque. Pero los Encarnadossupieron reaccionar enseguida. Un penal transformado por Óscar Cardozo en el 67 estableció la igualada e hizo pensar a los lisboetas que la imprecación de Guttmann iba a exorcizarse para siempre.
El delantero paraguayo incluso estuvo a punto de dar la vuelta al resultado, pero Petr Cech se lo impidió con una espléndida parada. El trallazo de Frank Lampard al travesaño del Benfica en el minuto 88 sonó a última oportunidad e indujo a pensar que el enfrentamiento se prolongaría otra media hora más.
Descuento y desesperación
Pero aún faltaba por jugarse el tiempo añadido. Desde el pasado sábado, el Benfica sabe mejor que nadie que el partido sólo acaba cuando el árbitro pita tres veces su silbato y apunta al centro del terreno de juego. El fin de semana anterior, las Águilas habían sucumbido ante el FC Porto con un gol en el minuto 92, que significó la entrega del liderato del campeonato portugués a los Dragones a una jornada por disputarse, lo que prácticamente equivale al adiós al título.
Pero si bien en la Liga Zon Sagres aún queda un resquicio de esperanza para el conjunto lisboeta, en Europa todo se le fue al garete definitivo en el minuto… 93. Luego de que el brasileño Kelvin hiciera hincar las rodillas de desesperación al entrenador Jorge Jesus en el Estadio Do Dragão el sábado, este miércoles fue el serbio Ivanovic quien cabeceó al fondo de la red ante la estupefacción del guardameta Arthur.
Dejected Lorenzo Melgarejo, Luisao, Lima, Eduardo Salvio and Artur look on"No tiene explicación. ¿Cómo vamos a explicar esto? No hay explicación lógica para el hecho de perder dos partidos seguidos tan cerca del final. Hicimos lo que teníamos que hacer contra el Chelsea y sólo nos faltó una puntita de suerte", declaró consternado el portero encarnado en el epílogo de la final continental.
Con o sin explicación, lo cierto es que el Benfica no ha vuelto a tocar el cielo europeo desde que Guttmann emitiera aquella maldita frase en 1962. Medio siglo después, los hinchas de losEncarnados no olvidan las palabras del húngaro, el último entrenador que condujo al Benfica hasta lo más alto de Europa.(Fuente)

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