martes, 3 de septiembre de 2013

Gareth Bale reunió a casi 30.000

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Cien días después de los primeros contactos mantenidos entre Florentino Pérez y Daniel Levy, el galés Gareth Bale vio cumplido su sueño infantil. Este no va de farol ni se ha reinventado su historia para quedar bien con su futura afición. Es madridista desde que vio a Mijatovic (con la Séptima), a Raúl, Morientes y McManaman (con la Octava), y a Raúl y Zidane (con la Novena) ganar con sus goles tres Champions casi consecutivas entre 1998 y 2002. "Es totalmente increíble estar aquí. Es un sueño hecho realidad. Espero que podamos ganar la Décima".
Fueron las primeras palabras, expresadas en un inglés sereno y mesurado, del fichaje que más ha tardado en cerrar el Madrid (se hizo oficial el 1 de septiembre, un día más tarde que los de Ronaldo y Ramos).
Aclamado. Compareció a las 13:15 horas con un elegante traje negro, camisa blanca y una corbata fina y sobria. Como es él. En las gradas, parecía que había partido 24 horas después del 3-1 al Athletic. Los 29 grados y un sol justiciero no evitaron que se llenase todo el anillo inferior, logrando que al final se dieran cita en la presentación de Bale más de 30.000 madridistas. No eran los 85.000 de Cristiano (el portugués es único) o los 55.000 de Kaká (nadie le echará de menos ni nadie preguntó ayer por él). Pero a Florentino le costó articular su discurso por la pasión de esa grada que ve en el gigantón de Cardiff la guinda de un proyecto al que sólo le falta anunciar la ansiada y necesaria renovación de Cristiano.
"Han sido unas negociaciones intensas y complejas, prolongadas en el tiempo. Quiero dejar muy claro que su determinación y convicción han sido esenciales para que hoy llegase al Real Madrid. Esa convicción está anclada en los deseos de hace años de un niño de Gales que vestía por la calle la camiseta del Madrid. No olvides que la energía de este estadio será tu aliada. Gareth, bienvenido a tu casa", dijo el presidente. El 11 sonreía de oreja a oreja, guiñaba el ojo a su novia Emma Rhys-Jones, y miraba alucinado a esa grada que le reclamaba a gritos. "¡Bale, Bale, Bale!". Él correspondió pronunciando sus primeras palabras en castellano: "Es un sueño para mí jugar en el Madrid. Gracias por esta gran acogida. ¡Hala Madrid!". A Beckham no se le escuchó hablar así en nuestro idioma hasta pasados dos años...
Después bajó al vestuario, se vistió con la indumentaria oficial que utilizará en los próximos seis años de su vida (firmó hasta 2019) y bajó al césped ante una legión de cámaras de televisión y de compañeros gráficos. Los peñistas, que estuvieron presentes en un número elevado, jaleaban sus primeros controles y Bale respondía al cariño besándose reiteradamente el escudo (¡nueve veces!) y lanzando a la grada los 50 balones repartidos por los organizadores del acto a lo largo del perímetro del césped del Bernabéu. Fue curioso ver que su primer zurdazo se convirtió en un cañonazo que acabó en el Primer Anfiteatro...
Eso sí, la afición aprovechó la festiva convocatoria para enviar varios mensajes. Uno de cariño aunque llegaba tarde ("¡Özil se queda, Özil no se vende!"), a lo que Florentino replicó diciéndoles que se callaran echándose el dedo a los labios (contemplar el vídeo en AS.com). También hubo mensajes de ánimo y de apoyo a dos de los emblemas del club: "¡Cristiano, Cristiano, Cristiano!" e "¡Iker, Iker, Iker!").
Pero el hombre del día era Bale. Él seguía en su nube, consciente de que a sus 24 años jamás le había pasado algo tan grande. Empezó su andadura madridista con el pie derecho, aunque su magia está en el izquierdo. De hecho, y tras comparecer ante la Prensa, cogió a su familia y junto a Florentino y Butragueño, entre otros, se fue a comer al Puerta 57. A las 17:15 salió y se hizo fotos con los que le esperaban pacientemente. Y a las seis de la tarde seguía por las tribunas paseando, oliendo la magia histórica del futuro escenario de sus sueños. Bale preguntaba por todo y se nota que ya se sabe la historia. "Sé que llevaré el 11, un número que lucía Gento, una leyenda del club que ganó seis Copas de Europa".
El aterrizaje de Bale y la marcha de Özil cierran un verano hiperactivo en la planta noble del Bernabéu. 181,7 millones en fichajes y 109,6 en ventas. Un balance de -72,1. Final feliz. Ancelotti se queda con un plantillón inmejorable.(Fuente)

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