
Hegemónico y dominador por antonomasia de la escena futbolística alemana, al Bayern se le había metido una incómoda china en el zapato en los dos últimos cursos de la Bundesliga. La revolucionaria propuesta procedente de Westfalia, encarnada en la pizarra de Jürgen Klopp y su fantástica hornada de futbolistas, habían privado al rey muniqués del recurrente banquete y el litúrgico baño de cerveza de final de temporada. La repentina insurgencia planteada desde Dortmund, unida al topetazo que significó la derrota en la final de la Liga de Campeones en casa, frente al Chelsea, en un desenlace de lo más doloroso, hicieron mover ficha al consejo de sabios integrado por el triunvirato de mandamases del club bávaro. “La Champions es la prioridad, pero hemos de recuperar el trono”, les espetó en un encuentro mantenido en las entrañas del Allianz Arena el viperino presidente, Uli Hoeness, al dirigente de honor, Franz Beckenbauer, y al tercer vértice de la cúpula, Karl-Heinz Rummenigge. La arenga surtió efecto. El Bayern ha alzado su 23º título al vencer al Eintracht (0-1), pese a la victoria por 4-2 del Borussia ante el Augsburgo.


Emigró el sargento de hierro, a la gresca con sus jefes, y tomó las riendas Heynckes. Siempre melancólico, pero hombre de fútbol también, como exige el guion de la institución, el nuevo entrenador ha tenido la virtud de no alterar los cimientos y dar continuidad a la obra moldeada por su antecesor. Además, ha logrado vertebrar un gallinero no exento de egos. Los de estrellas como Ribery, Robben o Mario Gómez, este último relegado a un segundo plano por la incursión de Mandzukic, el martillo pilón croata, punta de lanza de los bávaros este año con 15 goles en la Liga.

Sobre este escenario deberá actuar en el futuro Guardiola, a quien el tímido Heynckes ha elevado ahora el listón. “Practicamos un fútbol conceptual, un fútbol moderno que él deberá perfeccionar”, manifestó al conocerse el nombre de su sustituto. Y es que estadísticamente los números del bloque del sonrosado técnico han establecido una colección de récords que heredará a final de temporada el catalán, y que reflejan la supremacía del conjunto muniqués a lo largo del curso: con 79 goles a favor es el equipo más realizador del campeonato, y solo ha recibido 13 en contra, la cifra más baja de la clasificación; con el resultado de hoy suma ya 12 victorias de manera consecutiva; fue el campeón de invierno más tempranero tras conseguirlo en la jornada 14, tres antes del final de la primera vuelta, y podría convertirse en el campeón con mayor puntuación de la competición si supera el récord que estableció el año pasado el Borussia Dortmund con 81 puntos (ahora suma 75).

Sin embargo, consciente de que conseguir el trofeo doméstico era una mera cuestión de tiempo, el club alemán ya había comunicado antes del encuentro ante el Augsburgo que no se realizaría ninguna celebración por el título ya que el próximo miércoles se mide en San Siro al Juventus en los cuartos de final de la Liga de Campeones.

(Fuente)
No hay comentarios:
Publicar un comentario